Poemario
José Luis Gómez Ramírez escribe en el prólogo de Delirios Nihilistas:
«Así pues, en estos tiempos de antifascismo obligado, de resistencia circunstancial, de recomposición consciente, es la poesía y no la prosa la que acompaña al guerrillero, en la urbe y en la jungla. Pues lo que le hace falta es concentrar el mundo en un fulgor. Sólo así será capaz de las palabras intempestivas, de los golpes inesperados, de caer con la cara en alto y encima de su enemigo. Y así, hay que redirigir la intuición de Adorno. No es que la poesía sea imposible después de Auschwitz, sino que la poesía imposible es después de Auschwitz.
Es esta poesía la que prepara a cada individuo para esta dura sentencia que es la vida. Una vida contra la que juramos un pacto en confidencia. La lírica es nuestro Club de la Pelea, nuestra Sociedad de los Poetas Muertos. Es postrarse ante al fin: el tiempo de la explosión».